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Building Ocean Science Partnerships: The United States and Mexico Working Together (1999)

Chapter: 3 Acciones para Mejorar la Cooperacin e Influir en el Establecimiento de Polticas en el Campo de las Ciencias Ocenicas

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los sistemas del carbono. La efectividad del océano en eliminar el CO2 afecta directamente los pronósticos de acumulación atmosférica; asimismo, si el clima cambia en el futuro y produce patrones de circulación diferentes en los océanos, la distribución y efectividad de estos procesos biológicos podrían cambiar.

Aportaciones conjuntas estadounidenses-mexicanas para buscar soluciones a estas cuestiones en forma de: (1) metódicas mediciones de alta calidad y a largo plazo de las variables claves del sistema climatológico y del carbono en la región de interés común y (2) esfuerzos científicos diseñados para interpretar tales mediciones y colocarlas en el contexto global, pueden ser partes importantes del esfuerzo mundial para entender el cambio climatológico.

El área conjunta de interés estadounidense-mexicano comprende las extensas regiones tropicales y subtropicales donde es naturalmente más fácil detectar tendencias de algunas variables oceánicas en series de mediciones cronológicas largas debido a la reducida escala sinóptica y al menor ruido estacional en contraste con la situación en altas latitudes. Se debería utilizar esta ventaja en la selección de las variables y de sitios por ser estudiados.

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Acciones para Mejorar la Cooperación e Influir en el Establecimiento de Políticas en el Campo de las Ciencias Oceánicas

Como indican los ejemplos proporcionados en el capítulo 2, existen varios temas de investigación en las ciencias oceánicas que presentan retos del primer orden intelectual los cuales tienen también implicaciones importantes para el desarrollo social y económico tanto en México como en los Estados Unidos. Para poder mejorar la administración y la protección del medio ambiente y para impulsar el crecimiento económico de una forma sostenida, ambas naciones necesitan recabar y compartir información y conocimiento acerca de sus áreas marítimas adyacentes. Ciertas acciones son fundamentales para mejorar la comunicación, realzar las colaboraciones, y crear asociaciones entre los científicos marinos en México y los Estados Unidos. Estas acciones transcienden los potenciales proyectos conjuntos que se discutieron en el capítulo 2. El comité contempla que las acciones relacionadas con: (1) la capacidad y la formación de los recursos humanos, (2) la infraestructura científica, (3) los grandes programas internacionales sobre las ciencias oceánicas, (4) los sistemas regionales y globales de observación de los océanos, (5) los eventos y las publicaciones científicas, y (6) la provisión de fondos para actividades binacionales, realzarían las colaboraciones entre los oceanógrafos mexicanos y estadounidenses y mejoraían la efectividad de proyectos conjuntos como los que se mencionaron en el capítulo 2, u otros que podrían desarrollarse en el futuro. Las acciones que se destacan a continuación estáin diseñadas para realzar una sana comunidad oceanográfica para satisfacer las propias necesidades de México, y permitir que los científicos mexicanos y estadounidenses participen juntos en la resolución de problemas compartidos del ambiente marino.

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FORMACIÓN DE LOS RECURSOS HUMANOS Y DE SUS CAPACIDADES

El número y la distribución de oceanógrafos entre México y los Estados Unidos difieren de forma significativa. Fundamentalmente, aunque el número exacto de oceanógrafos en México no ha sido determinado con precisión, la comunidad mexicana es más pequeña que la de los Estados Unidos. En 1995 existía un total de 204 profesores de tiempo completo que trabajaban en las cinco principales universidades del país que cuentan con planes de estudio en las ciencias oceánicas (Aldana, 1997). En 1990 de un total de 796 biólogos, 57 biólogos marinos de todas las disciplinas (por ejemplo, oceanógrafos biológicos, fisiólogos, ecólogos, expertos en pesca y acuicultura, ictiólogos, botánicos, malacólogos, microbiólogos) pertenecían al Sistema Nacional de Investigadores (SNI; Aldana, 1997). Los biólogos marinos representan el grupo más numeroso de científicos marinos que pertenecen al SNI. Se podría afirmar que el resto de los científicos marinos (oceanógrafos físicos y químicos, geólogos y geofísicos marinos) agrupan un número similar. En la Academia Mexicana de Ciencias (AMC), el número de miembros declicados a la oceanología comprende aproximadamente 20 de un total de 884 miembros regulares reportados en 1996 (Aldana, 1997). En México, la comunidad académica dedicada a la oceanología se distribuye entre aproximadamente 20 departamentos universitarios, escuelas e instituciones de investigación (Ayala-Castañares y Escobar, 1996). El número de oceanógrafos mexicanos empleados en las instituciones académicas es mayor que aquel empleado por los organismos federales. La comunidad oceanográfica de los Estados Unidos se divide entre 15 instituciones importantes y más de 100 departamentos universitarios, institutos y escuelas de menor tamaño que las primeras. En los Estados Unidos el número de oceanógrafos con nivel de doctorado y con puestos en la academia es aproximadamente tres veces mayor que los que laboran en los organismos federales, con un total de aproximadamente 2,200 en 1990 (NRC, 1992). De esta forma, la razón de científicos marinos estadounidenses contra mexicanos es aproximadamente de 20:1, mientras que la razón de las poblaciones de las dos naciones es de aproximadamente 3:1.

Una de las maneras más importantes para aumentar la colaboración entre los oceanógrafos de los Estados Unidos y México se daría a través de la educación y la capacitación apropiada, esta vía incrementaría la capacidad de los individuos de trabajar juntamente. Se deberían emplear diversas estrategias para edificar la capacidad de los recursos humanos que se dedicarán a las ciencias oceánicas en México. Estas políticas deberían enfocarse a (1) fortalecer la formación de estudiantes graduados y becarios de posgrado y (2) proporcionar la educación continua de científicos universitarios y gubernamentales en las ciencias oceánicas. Debido a las limitaciones financieras en ambos países, el Grupo Conjunto de Trabajo en Ciencias Oceánicas considera que la capacidad científica y técnica de ambos debe ser utilizada de forma eficiente para mejorar la calidad y capacidad

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de los científicos, los técnicos y los estudiantes que ya están trabajando en el campo. En algunas áreas de la oceanología, será necesario aumentar la producción de nuevos doctores en México, incluyendo estudiantes formados tanto en México como en el extranjero, sin sacrificar la calidad de su educación. Muchos graduados mexicanos en ciencias oceánicas ocupan puestos en el gobiemo o trabajan como profesores de tiempo completo. Aunque esto tenga sus propios beneficios para la nación, es posible que sea perjudicial para México el que un porcentaje tan alto de sus científicos no se dediquen a la investigación activa. Los Estados Unidos se encuentran en una situación diferente. Los nuevos doctores en oceanología, como sus superiores, tienden a buscar empleos en el sector de la investigación. No obstante esta característica, el fin de la Guerra Fría y los recortes en los presupuestos para la investigación federal han empezado a imponer nuevas restricciones en puestos de investigación para nuevos doctores, mismas que obligan a muchos a buscar trabajo en sectores norteamericanos menos tradicionales que no están vinculados con la investigación.

Las ciencias oceánicas requieren de la formación de grupos de investigación viables que incluyan a individuos que posean una amplia gama de conocimientos y experiencia: oceanógrafos, técnicos de laboratorio y de alta mar, especialistas en programación, analistas de datos, técnicos electrónicos, especialistas en instrumentación, ingenieros y otros. No es razonable esperar que los científicos en oceanología posean todas las habilidades necesarias para llevar a cabo la totalidad de las sofisticadas actividades de las ciencias oceánicas. Este es un problema especial en México, donde los científicos a menudo no tienen acceso a individuos con habilidades complementarias con los que puedan formar grupos de investigación capaces de realizar programas de investigación de vanguardia. Todas las iniciativas educativas y de capacitación deberían reconocer la necesidad de integrar grupos equilibrados de investigación al dedicar un balance apropiado de recursos a cada categoría de profesionistas capacitados.

La cooperación entre los oceanógrafos de los Estados Unidos y México se vería acrecentada con cursos intensivos de idiomas para los científicos, estudiantes y técnicos que deseen trabajar en el país vecino. La barrera lingüística impide de forma significativa la cooperación binacional. La falta de habilidad en el idioma español entre los científicos de los Estados Unidos es especialmente aguda, resultado del abandono general de la enseñanza de idiomas extranjeros en las escuelas primarias y secundarias de ese país. Para vencer esta barrera se requerirá un compromiso extraordinario por parte de los oceanógrafos y la provisión de nuevos mecanismos para la capacitación intensiva en el idioma.

Educación al Nivel de Maestría, Doctorado y Posdoctorado

En 1990, las 10 instituciones universitarias más importantes de los Estados Unidos en las ciencias oceánicas otorgaron aproximadamente 126 doctorados (NRC, 1992). Este número excedió substancialmente el número de puestos de

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trabajo vacantes que las universidades de los Estados Unidos y el gobiemo federal, esperaban se hubiesen generado anualmente en el campo de las ciencias oceánicas. Esta encuesta del Consejo Nacional de Investigación (National Research Council [NRC]) no incluyó las posibilidades de empleo en los organismos estatales, la industria y las organizaciones no lucrativas. A partir de estos resultados, se puede llegar a la conclusión de que la orientación profesional para estudiantes de doctorado debería incluir capacitación para interactuar con una amplia gama de departmentos universitarios y trabajar en profesiones ''no tradicionales''. Cuando el NRC realizó su evaluación en 1992 se creía que la oferta de doctores en ciencias oceánicas, con una gran diversidad entre las disciplinas, era suficiente en los Estados Unidos.

En México, solamente 16 universidades mexicanas tienen planes de estudio al nivel de posgrado en las ciencias oceánicas. De éstas, 14 los ofrecen en biología marina, ecología, pesca y oceanografía biológica (Aldana, 1997). Solamente dos instituciones, UABC y CICESE, otorgaron doctorados en 1994, cuatro cada una, dando un total de 8 (Aldana, 1997). En comparación, cinco universidades otorgaron 124 maestrías en ciencias en el mismo año (Aldana, 1997). Por lo tanto, las universidades de los Estados Unidos otorgaron por lo menos 16 veces más doctorados por año en las ciencias oceánicas que las universidades mexicanas. Al igual que en los Estados Unidos, en México el número de oportunidades de trabajo en oceanografía no es lo suficiente vasta para satisfacer la demanda ejercida por el número de graduados en oceanología. Ambos países requieren de una plataforma oceanográfica más grande para encarar adecuadamente todos los retos y oportunidades de la investigación básica y aplicada planteados por sus ambientes marinos y de esta forma proporcionar los insumos científicos necesarios para resolver las cuestiones educativas, económicas y sociales relacionadas con el océano. Mientras no se puedan proporcionar fondos adicionales para la investigación y para la infraestmctura requerida por ésta, con el fin de poder responder más completamente a los problemas ambientales marinos, las actividades relacionadas con la constmcción de nueva capacidad física deberían ser enfocadas hacia el mejoramiento de la calidad y eficiencia de las instituciones educativas existentes. La necesidad de ampliar el tamaño de la infraestmctura científica en México es particularmente aguda.

Por diversas razones menos estudiantes estadounidenses trabajan en México que viceversa. Nuevas colaboraciones en investigación facilitarían y harían más atractivas las oportunidades para que estudiantes de los Estados Unidos inicien investigaciones con científicos mexicanos. De esta forma se crearían asociaciones científicas durante las etapas iniciales del desarrollo profesional del científico novicio. La creación de mecanismos para simplificar la posibilidad de transferir las calificaciones y credenciales de esmdiantes entre los tres países miembros del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) facilitaría las colaboraciones en investigación como las que se mencionaron anteriormente y eliminarían obstáculos burocráticos, sin afectar la calidad de la educación e investigación.

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Otro mecanismo que ha sido efectivo en el pasado para fomentar la colaboración entre estudiantes, es llevar a cabo programas binacionales de estudios de campo para estudiantes de licenciatura y posgrado. Un modelo interesante es la Asociación Ruso-Estadounidense para las Ciencias Ambientales y la Capacitación, en la cual estudiantes y personal universitario de instituciones de los Estados Unidos y Rusia trabajaron juntos en un laboratorio flotante durante 1995 y 1996 para realizar estudios sobre la biología, la química y la física de los ríos en la cuenca del Río Angara de Rusia. Las observaciones de campo y el trabajo de laboratorio fueron complementadas con instrucción en ciencias relevantes e idiomas (ASLO Bulletin, 1996). El impulso más importante para estos intercambios de estudiantes es, y seguirá siendo, la red de conexiones y colaboraciones profesionales individuales entre investigadores activos y grupos de investigación que se encuentran en ambos lados de la frontera. Si se mejoran estas conexiones entonces, como consecuencia natural, la presión para intercambios estudiantiles aumentará. Se deberían planear programas de campo binacionales que se desarrollaran en los Estados Unidos yen México.

Educación Continua de Científicos Universitarios y Gubernamentales y los Intercambios Binacionales

Se deberían desarrollar nuevos mecanismos para la promoción de intercambios de oceanógrafos estadounidenses y mexicanos. En muchos casos, fondos adicionales serían suficientes para cubrir los gastos de viaje y el diferencial del costo de vida entre los Estados Unidos y México. Una vía potencial podría ser la Fundación Estados Unidos-México para la Ciencia. Esta fundación se ha enfocado principalmente al patrocinio de intercambios de corto plazo y proyectos de colaboración en investigación del tipo que requeriría un programa binacional sobre ciencias oceánicas. La Fundación Nacional de Ciencias de los Estados Unidos (NSF) y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México (CONACyT) son fuentes adicionales (pero limitadas) de co-financiamiento, específicamente para viajes y talleres.

Existen otras oportunidades para los intercambios científicos, como son los programas de la Agencia para el Desarrollo Internacional (Agency for International Development), el programa de becas Fulbright, y los programas establecidos por universidades e instituciones individuales como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Instituto Politécnico Nacional (IPN), IIO-UABC y CICESE. Sin embargo, los financiamientos que provienen de estas fuentes no son específicos para las ciencias oceánicas, y no son adecuados para apoyar el número de intercambios que se necesitarían para mejorar significativamente este campo en México. Se requieren de nuevos apoyos financieros en el campo de las ciencias oceánicas específicamente dirigidos a los intercambios. Dichos financiamientos podrían ser proporcionados por las agencias y fundaciones de los Estados Unidos y México que apoyan las ciencias oceánicas y son

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responsables de asuntos ambientales marinos. La Fundación Estados Unidos-México para la Ciencia es un vehículo potencial para manejar los aspectos logísticos de becas para investigación e intercambios. La Fundación ha aceptado fondos del Departamento de Estado de los Estados Unidos para proyectos ambientales y de cooperación en investigación destinados específicamente a becas en las áreas de química, física y matemáticas. Algunas fundaciones caritativas incluyen, dentro del alcance de sus actividades, la promoción del desarrollo sostenible de América Latina o la promoción de la comprensión de las ciencias. Algunos tipos de investigación marina binacional podrían caber dentro de estos parámetros.

Otra opción viable para promover los intercambios sería el programa binacional para el profesorado adjunto o visitante. También se debería dedicar más atención a los intercambios de científicos gubemamentales para promover la transferencia de información y construir asociaciones entre organismos gubemamentales con responsabilidades similares en ambas naciones (por ejemplo, el Servicio Nacional de la Pesca Marina [National Marine Fisheries Service] y el Instituto Nacional de la Pesca [INP]).

INFRAESTRUCTURA CIENTÍFICA

La infraestructura para las ciencias incluye los recursos humanos (mencionados en la sección anterior), los recursos fiscales, y los recursos físicos. Oceanography in the Next Decade: Building New Partnerships (NRC, 1992) documentó el estado de la infraestructura de los Estados Unidos (en 1990) con respecto a las ciencias oceánicas. Dicha infraestructura está mucho menos desarrollada en México. Esto implica que se pueden hacer mejoras (1) incrementando la infraestructura mexicana con respecto a las ciencias oceánicas, y (2) desarrollando mecanismos para el uso compartido de la infraestructura estadounidense, sobre todo mientras se desarrolla la capacidad mexicana. En países con apoyos financieros limitados para la ciencia (y ese es el caso para las dos naciones), es importante diseñar primeramente planes a largo plazo para las ciencias y posteriormente desarrollar la infraestructura requerida, en vez de desarrollar instituciones que demandan una extensa infraestructura física y que acaban absorbiendo el presupuesto asignado para las ciencias e imposibilitando el desarrollo de una infraestmctura adecuada para las ciencias más importantes. La infraestructura física requiere de un nivel mínimo de costos de operación y mantenimiento, aún cuando no se utiliza, de tal forma que un exceso de infraestructura puede crear una merma en los fondos disponibles requeridos para practicar las ciencias. Por lo tanto, bajo condiciones de escasez de fondos para la ciencia, es importante identificar las necesidades de las ciencias a largo plazo y desarrollar una infraestructura que satisfaga las necesidades identificadas y que a la vez retenga una suficiente flexibilidad para responder a retos y oportunidades inesperadas.

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Recursos Fiscales

En México el gasto total para las ciencias oceánicas es mucho menor que en los Estados Unidos. La Secretaría de Educación Pública (SEP)-CONACyT es la fuente gubernamental principal de financiamiento para las actividades de las ciencias marinas básicas. En México las agencias especializadas constituyen una fuente de financiamiento más pequeña para el desarrollo de actividades de las ciencias oceánicas que en los Estados Unidos, e igualmente existen menos organismos capaces de financiar la diversidad de proyectos potenciales en oceanología. También se obtienen algunos apoyos para la investigación a través de universidades e institutos como la UNAM y el IPN. La industria proporciona pocos apoyos financieros a científicos-académicos para la investigación; ese también es el caso en los Estados Unidos. Resulta difícil comparar de forma significativa los gastos por concepto de las ciencias oceánicas realizados en los Estados Unidos y México, puesto que Estados Unidos tiene un litoral lo doble de extenso que el de México, una población casi 3 veces más numerosa, y un producto interno bruto 10 veces más grande. Sin embargo, es ilustrativo observar los niveles absolutos de gastos de la División de las Ciencias del Mar (OCE) de la NSF y los gastos del CONACyT con respecto a las actividades de las ciencias oceánicas. En el ejercicio 1995, la OCE contaba con un presupuesto total de 192.8 millones de dólares, incluyendo apoyos para la investigación (102.6 millones de dólares), para la infraestructura física ($50.4 millones de dólares), y para la parte correspondiente de los Estados Unidos al Programa de Perforaciones en el Océano (ODP; $39.8 millones de dólares). El financiamiento proporcionado por CONACyT para las ciencias oceánicas llegó a un monto de $852,000 en el ejercicio fiscal 1995. A partir de esas cifras queda claro que los presupuestos mexicanos por concepto de las ciencias oceánicas representan una fuerte restricción para las investigaciones marinas mexicanas y reducen la capacidad de los científicos mexicanos de participar de forma equivalente en investigaciones en colaboración con colegas de los Estados Unidos y de otros países.

El financiamiento para las ciencias en México es más escaso que en los Estados Unidos debido a las estrictas políticas económicas que se han instrumentado y a las importantes devaluaciones del peso que han ocurrido desde 1982; los fondos que antes se dedicaban a la ciencia han sido desviados a otros usos. De 1992 a 1997, México gastó solamente 0.36% de su PNB en la investigación sobre ciencia y tecnología. El impacto sobre todas las ciencias, incluyendo las ciencias oceánicas, ha sido importante. Actualmente, existen solamente 5 científicos por cada 10,000 trabajadores en la población económicamente activa. Desde 1982 ha habido un deterioro gradual pero severo en el valor de los sueldos de los científicos mexicanos. Los salarios básicos en las universidades y las instituciones de investigación se han reducido a niveles relativamente bajos. Las universidades y otras instituciones han implantado incentivos financieros para complementar los sueldos de los investigadores y académicos con el fin de reducir la fuga de científicos talentosos hacia la industria, otros campos, u otros países. Asimismo, en

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1984, el gobierno mexicano estableció el SNI como una herramienta de emergencia para mejorar los salados. El SNI proporciona apoyo complementado a los sueldos y hoy en día contribuye con una parte significativa (hasta el 50% del salario de algunos científicos) de los salados de sus 5,879 miembros y ha evolucionado de una medida transitoria a una característica más o menos permanente de la ciencia mexicana (CONACyT, 1994). Este programa ha mejorado la situación financiera de algunos científicos mexicanos, pero no todos los científicos forman parte del sistema. La estructura de compensaciones del SNI puede fomentar estudios de corto plazo y la publicación de hallazgos fragmentarios (Ayala-Castañares y Escobar, 1996).

Recursos Físicos

Los recursos físicos necesarios para desarrollar el campo de las ciencias oceánicas incluyen: computadoras, bases de datos, y enlaces para la comunicación; infraestructura de laboratorio y equipo; y buques para la investigación. En los Estados Unidos, una combinación de financiamiento federal, estatal y universitario para el desarrollo directo de infraestructura en las universidades, junto con acceso a la importante infraestructura de algunos laboratorios del gobierno, ha proporcionado plataformas de trabajo y equipo para la comunidad científica. México tiene una parecida distribución de fuentes para financiar la compra y operación de los recursos físicos, pero el balance de patrocinadores es diferente en las dos naciones y el apoyo de los organismos especializados, al igual que el apoyo total, es más pequeño en México. La carencia de una política sobre investigación básica para las ciencias oceánicas y la discontinuidad de financiamientos adecuados para el uso y mantenimiento de los buques y su equipamiento ha impedido seriamente el avance de las ciencias oceánicas en México. Desde 1982 hasta 1990 el tiempo de barco y de sus equipos fue financiado a través de la UNAM, CONACyT y Petróleos Mexicanos (PEMEX) y constituyó un excelente mecanismo financiero que promovió un crecimiento significativo y, hasta cierto punto, el reconocimiento internacional de la investigación oceanográfica mexicana. Esta estructura de financiamientos no fue renovada después de 1990, y la falta de apoyos ha restringido seriamente la investigación oceanográfica mexicana. Deberían ser restablecidos los mecanismos regulares para el financiamiento de tiempo de barcos (como el acuerdo trilateral de 1982–1990 entre UNAM, PEMEX y CONACyT) en México con el fin de recuperar el ímpetu obtenido por sus ciencias oceánicas durante la década de 1980 hasta 1990. Es crucial que en el financiamiento de tiempo de buques en México las solicitudes por este concepto estén asociadas con proyectos que hayan pasado con éxito por un proceso de revisión por pares. Se podría cumplir con esta meta utilizando un sistema como el que emplea la NSF en los Estados Unidos. En el sistema de la NSF, todos los proyectos de investigación deben pasar por un proceso de revisión por pares antes que se autorice el tiempo de barco para algún proyecto.

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Mejor provisión y acceso a la infraestructura física, con el fin de permitir su utilización cuando los científicos de los Estados Unidos y México no la están usando, permitiría un mucho mejor uso de las capacidades existentes de los científicos marinos mexicanos. Una manera de proporcionar los recursos físicos necesarios a corto plazo sería el desarrollo de mecanismos para compartir la infraestructura. Esto facilitaría el acceso a la infraestructura que actualmente está siendo sub-utilizada tanto de los Estados Unidos como de México. Como se mencionó anteriormente, en el caso de la utilización de la capacidad educativa de los Estados Unidos, el uso compartido de la infraestructura de ese país podría ser un puente efectivo hacia la meta a largo plazo de aumentar la capitalización de la infraestructura mexicana.

Computadoras y Bases de Datos

Los avances en la tecnología de la comunicación, las redes de cómputo y el almacenamiento y acceso distribuido de datos están revolucionando internacionalmente a las interacciones científicas. En ambas naciones existen bases de datos oceánicos relevantes, pero en muchos casos éstas no fueron desarrolladas considerando su compatibilidad binacional. Los Estados Unidos apoyan varios centros de información que contienen significativas bases de datos relacionadas con el océano. Estos incluyen el Centro Nacional de Datos Oceanográficos (NODC)/Centro Mundial A de Datos para la Oceanografía y el Centro para el Análisis de Información sobre Bióxido de Carbono. Los datos provenientes de estas fuentes, al igual que aquellos derivados de programas científicos importantes (por ejemplo, el Experimento Mundial sobre la Circulación de los Océanos [WOCE], el Estudio Global Conjunto sobre los Flujos Oceánicos [JGOFS], el Experimento Inter-disciplinario Global Ridge [RIDGE], y el programa sobre la Dinámica Global de los Ecosistemas Oceánicos [GLOBEC], están disponibles actualmente vía Internet yen algunos casos en CD-ROM.

Para promover la cooperación binacional y facilitar la comparación de datos recopilados en programas conjuntos y unilaterales, se necesitan realizar ejercicios de intercalibración, estandarización de datos, y de compatibilidad de bases de datos. La mayoría de los grandes programas en ciencias oceánicas han llevado a cabo internacionalmente tales actividades y podrían servir de modelo para las intercalibraciones y la compartimentación de datos entre México y los Estados Unidos. También es esencial que los investigadores tengan fácil acceso a los datos y productos de datos (por ejemplo, los mapas) que contienen las bases de datos. Este acceso fomenta el análisis y escrutinio científico de los datos, revelando su utilidad y limitaciones. Se pueden exponer defectos técnicos y de muestreo, poner en marcha los remedios y hacer más efectivos los esfuerzos futuros de recopilación de datos.

En México se podrían combinar o entrelazar varias grandes bases de datos, por ejemplo, los bancos de datos de las universidades, de institutos de investiga

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ción y de los científicos (Vidal et al., 1988, 1990, 1994b) y de la industria (por ejemplo, PEMEX, la Comisión Federal de Electricidad [CFE]). Las bases de datos importantes y relevantes para las ciencias marinas y la administración de los recursos marinos en México están depositadas en la UNAM, IPN, CICESE, UABC, CINVESTAV, INP, el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI); el Instituto Nacional de Ecología (INE), la Secretaría de Agricultura y el Instituto Nacional de la Pesca (INP). Sin embargo, no existe ningún equivalente del NODC en México; por lo tanto, los datos oceanográficos no están agregados ni archivados. La solución de este problema debería ser una prioridad. Las bases de datos deberían ser recopiladas y coordinadas dentro de México por el INEGI, mismo que debería ayudar a conformar las bases de datos para que tengan un estándar común, asegurar su amplia disponibilidad con la revisión apropiada por pares y control de calidad, y promover la educación y capacitación de individuos en la administración de bases de datos. Muchas instituciones en México han creado sus propios centros de computación, incluyendo supercomputadoras (UNAM e IPN), proporcionando una base para compartir los datos y la comunicación.

Enlaces de la Comunicación

Las redes de investigación con varios nodos podrían proveer puntos focales para las ciencias oceánicas regionales, facilitando el que éstas se extiendan más allá de las capacidades del Internet. Tales redes deberían incluir sitios dedicados del World Wide Web, además de enlaces de comunicaciones más sofisticados que mejorarían y fomentarían las interacciones de las ciencias oceánicas y la posibilidad de compartir los recursos humanos y físicos. La infraestmctura para teleconferencias y líneas de transmisión de datos de alta capacidad son aspectos importantes del concepto de red. Sin embargo, se podría utilizar el Internet para promover la rápida compartimentación de datos además de productos como son los resúmenes de tesis y disertaciones u otros documentos de difícil acceso fuera de la corriente principal de la literatura que se encuentra en las revistas.

La vinculación de laboratorios oceanográficos en cada región mediante estas redes de comunicación sería de ayuda para los científicos de ambos países y se podría lograr a un costo incremental relativamente bajo para las universidades y los estados, algunos de los cuales ya cuentan con eficaces enlaces de red diseñados para otros fines ajenos a los de las ciencias oceánicas.

Dada la amplia distribución de las ubicaciones de los laboratorios oceanográficos mexicanos y estadounidenses que probablemente estarían involucrados, el mejorar los canales de comunicación entre ellos es una meta importante. Se podría establecer la "continuidad electrónica" al crear redes regionales de nodos de comunicación para la transmisión de información (por ejemplo, mapas, datos) vía Internet y comunicando videoenlaces comprimidos en tiempo real vía fibra óptica T1. A dicha red primaria de nodos se podrían enlazar otras instituciones

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de educación pública y privada tales como escuelas primarias y secundarias, preparatorias e instituciones de educación superior municipales, universidades estatales, y programas con cursos para los maestros. Dicha red de comunicaciones también debería incluir a los organismos gubernamentales encargados de la administración de la pesca, la exploración y explotación del petróleo y del gas, y de las zonas costeras. Estas redes podrían ampliar la conciencia y apreciación públicas de las ciencias oceánicas y su valor para la sociedad. Todas las instituciones relevantes dentro de una región podrían conectarse a las redes, pero solamente se debería establecer un número reducido de nodos debido al costo de la sofisficada tecnología de comunicación entre nodos y su administración asociada. El establecimiento de una red eficiente requerirá de una evaluación completa por parte de especialistas en redes para determinar cuáles componentes se deberían agregar, además del número óptimo de nodos y sitios conectados en cada región. Estas iniciativas podrían promoverse y financiarse a través de la Comisión para la Cooperación Ambiental asociada con el TLC u otras fuentes binacionales de financiamiento, tales como la Fundación los Estados Unidos-México para la Ciencia.

Una meta razonable a corto plazo para la creación de una red regional específica de este tipo para el Mar Intra-Americano (IAS) incluiría a la Universidad del Estado de Louisiana, la Universidad de Miami, la Universidad de Texas A&M (TAMU), la Universidad de Texas, el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad Nacional Autónoma de México, y el Centro de Investigación y Estudios Avanzados (CINVESTAV) en Mérida, adicionando a otras instituciones interesadas a largo plazo. La mayoría de estas instituciones apoyan grandes departamentos dedicados a la educación a nivel de posgrado e investigación en las ciencias oceánicas, estaciones de campo, o campus más pequeños y aislados ubicados alrededor de la periferia del IAS, y/o buques de investigación para alta mar, todos los cuales podrían estar vinculados a través de una red de comunicaciones. Los sistemas existentes de comunicación entre estos nodos podrían servir como base para una red mejorada. La creación de una red en el IAS beneficiaría a todas las instituciones en la región mediante la promoción de estudios en colaboración del ecosistema integrado del IAS. Actualmente, un gran número de países en el IAS están conectados por video. Dicha red ha sido señalada como una posible área para la colaboración entre el Instituto Internacional para Cambios Climatológicos (IRI) y el Instituto Inter-Américano para Investigación del Cambio Climático (IAI, 1996).* En la región del Pacífico, una red de comunicación de ciencias oceánicas podría tener nodos en la Universidad de California, la Universidad de Arizona y la Universidad del Estado de Arizona, el Centro Interdisciplinario de Ciencias Marinas del Instituto Politécnico Nacional (CICIMAR-IPN), CICESE, UABC, y otras instituciones.

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 Inter-American Institute for Global Change Research (IAI) 1996, Newsletter, IAI, Issue 11, (Abril).

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Infraestructura de Laboratorio y Equipo

En México, muchas universidades y estaciones de campo no están equipadas adecuadamente para la computación y otras actividades científicas y, por lo tanto, no están bien acondicionadas para realizar investigaciones de estado del arte atractivas a socios potenciales de investigación. Como se mencionó anteriormente, son escasas las fuentes de financiamiento para equipo. Se debería desarrollar la justificación de un conjunto básico de mediciones e instrumentos para laboratorios y estaciones de campo, y se deberían proveer apoyos financieros para la adquisición de equipo a través de programas nacionales para que becarios de posdoctorado en el extranjero puedan trabajar con equipo comparable cuando regresen a México. Es difícil para los científicos mexicanos comprar y actualizar su equipo con la frecuencia deseada debido a la falta de financiamiento e impuestos de importación que obstaculizan las compras de equipo de investigación e inflan el costo de proyectos de investigación, y así impiden su financiamiento y el resultado final de las investigaciones mexicanas. Además, no existen seguros para equipo perdido o dañado. Para ser viable, el equipo de laboratorio debe mantenerse y calibrarse adecuadamente. La educación continua de técnicos capaces de servir dentro de grupos de investigación es de crítica importancia para la utilización y cuidado efectivo del equipo sofisticado.

Buques de Investigación

Los buques de investigación son la piedra angular de la infraestmctura física para las ciencias oceánicas. Son un recurso importante y costoso que los científicos de ambas naciones podían y deberían compartir. La utilización de buques de investigación por parte de científicos estadounidenses y mexicanos para la investigación en colaboración se mejorará considerablemente si todos los buques son equipados con el conjunto mínimo de sensores y equipo necesarios tales como los que existen en la gran mayoría de los buques pertenecientes al Sistema Nacional de Laboratorios-Universitarios Oceanográficos (UNOLS). Los operadores de buques mexicanos deberían tener la oportunidad de continuar interactuando con el Comité de Operadotes de Buques de Investigación del UNOLS, con el fin de ayudar a que los operadotes de buques estadounidenses y mexicanos desarrollen equipo y procedimientos operativos compatibles.

Los intercambios de técnicos marinos entre las dos naciones serían de ayuda para propósitos de capacitación. Los Estados Unidos han desarrollado un sistema para compartir información entre técnicos marinos por medio del Comité de Técnicos de Buques de Investigación del UNOLS. El UNOLS debería considerar la posibilidad de invitar a técnicos de instituciones mexicanas operadoras de barcos para que participen en sus comités, reuniones, y cursos de capacitación para técnicos. Existen solamente tres buques de investigación apoyados en la actualidad por instituciones académicas mexicanas (B/O El Puma , B/O Justo Sierra, y B/O

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Francisco de Ulloa) por lo que la necesidad de capacitación (en términos del número de técnicos) de estos buques no sería fuerte en este momento. Debería evaluarse la necesidad de técnicos marinos en otros buques—involucrados en operaciones ambientales, de recursos y navales. El número de buques de investigación en México no refleja la cantidad de investigación significativa nacional y binacional de alta calidad que se podría llevar a cabo de forma efectiva en buques mexicanos; más bien el número de buques es limitado por la falta de fondos para la construcción de nuevos buques y para la operación y apoyo técnico de buques existentes y nuevos. Acuerdos cooperativos para la utilización de buques de investigación entre instituciones de los Estados Unidos y México podrían proporcionar un marco de trabajo para el uso conjunto de estas infraestructuras y para el financiamiento binacional de tiempo de buques por la NSF y el CONACyT. La falta de financiamiento apropiado para el mantenimiento de los buques de investigación mexicanos El Puma y Justo Sierra, aunado a la falta de disponibilidad de estos buques para gran parte de la comunidad oceanográfica mexicana debido a fuentes de apoyo financiero inadecuadas para el tiempo de buque, ha sido un obstáculo al progreso logrado por la investigación oceánica mexicana durante la década de los ochenta. Se debería otorgar una muy alta prioridad a la creación de un programa de financiamiento en México dedicado a este propósito específico.

COOPERACIÓN MEXICANA-ESTADOUNIDENSE EN PROGRAMAS INTERNACIONALES IMPORTANTES SOBRE LAS CIENCIAS OCEÁNICAS

La cooperación entre científicos mexicanos y estadounidenses ocurre primariamente a través de contactos individuales; las excepciones incluyen los programas pesqueros de la Investigación Cooperativa sobre la Pesca Oceánica de California (CalCOFI), MEXUS-Pacífico, y MEXUS-Golfo. La participación conjunta en estos programas ha surgido debido al interés intenso en la pesca por parte de los científicos de ambos países.

México no es participante nacional en tres de los programas importantes internacionales de los últimos años: JOGFS, WOCE, o ODP. La reciente fase 165 del ODP fue realizada en el Golfo de México y el Caribe, pero ningún científico mexicano participó. Sin embargo, hubo un observador mexicano en la fase 167, enfocada al estudio del fondo oceánico frente a California y Oregon. Aunque se reconoce que el proceso de autorización de los barcos de investigación debe tramitarse en los canales oficiales entre el Departamento de Estado de los Estados Unidos y la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) de México, y que esto puede resultar en requerimientos oficiales con respecto a observadores, también es verdad que tales proyectos de investigación pueden realzarse a través de la identificación temprana e inclusión de colaboradores científicos legítimos de ambos países. La investigación en colaboración en proyectos de importancia para ambas naciones cumpliría tanto con los requerimientos como con el propósi

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to de las disposiciones que marca la Ley del Mar acerca de las ciencias marinas (U.N., 1983).

México es miembro correspondiente del Experimento Interdisciplinario Global Ridge Internacional (InterRIDGE). Científicos mexicanos se han involucrado individualmente en GLOBEC internacional, especialmente en el programa sobre Pequeñas Zonas Pelágicas y Cambio Climatógico. México es miembro del Comité Científico sobre la Investigación Oceánica (SCOR), y en la actualidad un científico mexicano es co-presidente del Grupo de Trabajo sobre las Fluctuaciones Globales a Gran Escala de las Poblaciones de Sardinas y Anchovetas del SCOR. Estados Unidos es miembro activo en todos los programas arriba mencionados, y los científicos de los Estados Unidos deberían fomentar la participación oportuna y adecuada de científicos mexicanos en los nuevos programas que desarrollan. El adecuado financiamiento y apoyo mexicano a las ciencias oceánicas es un requisito previo para lograr esta meta. Científicos estadounidenses y mexicanos participan en el programa Interacciones Tierra-Océano en la Zona Costera (LOICZ) como miembros del comité directivo científico del programa.

En la actualidad México no cuenta con recursos suficientes para ser socio financiero activo en toda esta serie de programas importantes, sin embargo, podría proporcionar mayor apoyo para que participasen científicos mexicanos individualmente, lo cual ayudaría a construir la colaboración internacional mexicana, además de aquella con los Estados Unidos. Como una medida a través de la cual podrían contribuir con sus conocimientos y aumentar la cooperación y el reconocimiento internacionales, el Grupo de Trabajo Conjunto en Ciencias Oceánicas (JWG) exhorta a instituciones y organismos mexicanos enfocados a las ciencias marinas a que fomenten extensamente su participación en los programas internacionales importantes de ciencias oceánicas que son de mayor interés para los miembros de la comunidad mexicana.

SISTEMAS REGIONALES Y GLOBALES DE OBSERVACIÓN OCEÁNICA

Las ciencias oceánicas dependen de observaciones. Las observaciones sostenidas, de gran escala y de largo plazo, son indispensables para atender cuesriones científicas en todas las disciplinas de las ciencias oceánicas. Por estas razones y para lograr la salud sostenida de las ciencias oceánicas, es importante que las naciones costeras, incluyendo los Estados Unidos y México, establezcan sistemas regionales de observación oceánica adaptados a las necesidades tanto regionales como globales. La discusión aquí planteada se enfoca a los sistemas regionales que podrían compartir los Estados Unidos y México para responder a las necesidades regionales científicas y administrativas que podrían ser elementos esenciales de un sistema global de observación oceánica.

La meta primaria de un sistema de observación oceánica es la recolección y distribución a largo plazo de observaciones oceánicas y atmosféricas para permi

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tir una predicción más exacta del estado del tiempo y del clima, la administración eficiente de la pesca, el mantenimiento de los ecosistemas marinos y la biodiversidad del océano, la utilización inteligente y eficiente de recursos no renovables de los océanos, y predicciones precisas del impacto de las actividades de la humanidad sobre el medio ambiente.

Un sistema de observación oceánica puede y debería proporcionar información útil tanto para la investigación básica como la aplicada, incluyendo los datos necesarios para el continuo desarrollo de capacidades regionales y globales de pronósticos oceánicos. Los beneficios de tales sistemas pueden preponderar sobre sus costos. Por ejemplo, el costo anual para operar un sistema de observación in situ requerido para hacer pronósticos útiles del fenómeno El Niño-Oscilación de Sur (ENSO) se ha estimado en $12.3 millones de dólares (NOAA y IOC, 1996). El valor estimado de pronósticos mejorados ENSO para la agricultura de los Estados Unidos fluctúa entre $96 millones de dólares y $145 millones al año en la ausencia de programas de subsidios (Adams et al., 1995). Es razonable concluir que los beneficios de estos pronósticos para otros sectores económicos y otros países del Hemisferio Occidental (incluyendo México) se sumarían considerablemente a este valor, y prácticamente sin incrementar su costo.

Un sistema de observación oceánica consistiría en un conjunto de instrumentos in situ (por ejemplo, buques, anclajes, flotadores de deriva, boyas superficiales) y otros instrumentos en satélites que vigilarían con regularidad el estado del océano y sus ecosistemas en el tiempo. Sus datos y red de diseminación proporcionarían observaciones y resultados de ejercicios de modelado y análisis científicos a los usuarios y bancos de datos (NRC, 1992, 1997). Las asimetrías en el desarrollo de componentes de sistemas de observación oceánica por los Estados Unidos y México reflejan la capacidad relativamente avanzada de los Estados Unidos y la capacidad incipiente de México para llevar a cabo las observaciones regulares requeridas. Los Estados Unidos ha avanzado mucho en este campo, mientras que México se encuentra apehas en las etapas preliminares de planeación. No obstante, existe la oportunidad de un esfuerzo cooperativo por parte de ambos países para trabajar hacia el emplazamiento y operación de sistemas regionales binacionales de observación oceánica. Esto requerirá de la creación de nuevas asociaciones entre oceanógrafos, organismos federales, industrias, y otros usuarios potenciales estadounidenses y mexicanos, las cuales extenderían las relaciones financieras para incluir el compartir capacidades y experiencia, datos e instrumentos, infraestructura y trabajo.

Los sistemas regionales de observación oceánica compartidos por México y los Estados Unidos en sus áreas comunes del Océano Pacífico y del Golfo de México podrían ayudar a proporcionar respuestas a problemas regionales urgentes en la pesca, la contaminación, la biodiversidad, y la circulación de los océanos de importancia para ambas naciones. A la vez, tales sistemas podrían ser componentes importantes de un sistema global de observación de los océanos (GOOS).

La Comisión Oceanográfica Intergubernamental (IOC) está encabezando el

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esfuerzo internacional de desarrollo del GOOS, en cooperación con la Organización Meteorológica Mundial, el Consejo Internacional de Uniones Científicas, y el Programa del Medio Ambiente de las Naciones Unidas. La IOC ha definido la estructura del GOOS, consistente en cinco módulos, incluyendo: (1) el monitoreo, la evaluación y la predicción del clima; (2) el monitoreo y la evaluación de recursos marinos vivos; (3) la administración y el desarrollo de las zonas costeras; (4) la evaluación y la predicción de la salud de los océanos; y (5) los servicios meteorológicos marinos y oceanográficos (IOC, 1993).

Los organismos de los Estados Unidos están determinando cómo ese país debería satisfacer los requefimientos del sistema identificados por grupos internacionales de planeación, y los organismos mexicanos deberían hacer lo mismo. Inicialmente, el programa U.S. GOOS enfatizará aquellas observaciones necesarias para predecir los eventos ENSO, los consiguientes patrones de temperatura y precipitación, y las observaciones necesarias para detectar los cambios globales resultantes del efecto invernadero, tales como el nivel absoluto del mar y las temperaturas promedio de los océanos.

Una característica esencial de la evaluación de un sistema de regional a global de observación oceánica (ROOS-a-GOOS) es el acertado diseño en colaboración de sistemas y esquemas de muestreo para estudiar los importantes problemas locales y regionales a escalas apropiadas que son susceptibles de expansión e inclusión en el marco más grande de un GOOS. También es importante concebir al ROOS y GOOS no sólo como sistemas de investigación. Aunque los investigadores los diseñan y los operan y pueden tener un gran valor para el trabajo de investigación (por ejemplo, algunos de los problemas que se plantearon en el capítulo 2), es poco probable que su característica primordial—muestreos de largo plazo—pueda ser sostenida por los gobiernos sin contar con el apoyo de usuarios que entiendan de su aplicabilidad fuera del campo único de la investigación: aplicaciones para la pesca, la producción del petróleo y del gas, el transporte marítimo, el monitoreo del ambiente, el turismo y otros usos.

ACONTECIMIENTOS CIENTÍFICOS Y PUBLICACIONES

La participación en las reuniones científicas son medios importantes para compartir datos e información y de establecer vínculos de colaboración. Con base en ésto, una reunión oceanográfica Méxicano-Estadounidense celebrada carda tres o cuatro años podría ser un mecanismo importante para iniciar programas de investigación binacionales y trinacionales. Las sesiones especiales de la Unión Geofísica Americana (AGU), la Sociedad de Oceanografía, y la Sociedad Americana para la Limnología y la Oceanografía (ASLO) podrían cumplir con un propósito similar. De igual forma, las reuniones conjuntas de organizaciones análogas, como la Unión Geofísica Mexicana con la AGU, también servirían para fomentar la cooperación binacional, por ejemplo, utilizando el formato de la Conferencia Chapman AGU. Un aspecto importante dentro de la cooperación cientí

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fica sería el desarrollo de cursos y simposios abiertos al público para fomentar la conciencia en la sociedad de las necesidades binacionales y oportunidades que ofrecen las ciencias oceánicas.

Dentro del ámbito de las publicaciones científicas existen dos cuestiones inquietantes. En primer lugar, el Science Citation Index (SCI) incluye aproximadamente 3,300 revistas de las 70,000 que se publican mundialmente (Gibbs, 1995). En 1993, solamente se incluyeron 50 revistas de los países en vías de desarrollo. Es importante promover y mejorar las revistas mexicanas de oceanografía para que sean de fácil disponibilidad mundial y accesibles en las universidades y los laboratorios mexicanos y para que se incluyan también en los servicios de citaciones más importantes. Sin embargo, las crisis económicas en México han dificultado el cumplimiento de los requerimientos financieros por parte de las revistas mexicanas para que éstas sean incluidas en el SCI (Gibbs, 1995).

En segundo lugar, cuando científicos que no son de habla inglesa de países como México, intentan publicar en las revistas internacionales más importantes incluidas en el SCI, existe una opinión generalizada de que los procesos de revisión y edición tienen un sesgo desfavorable debido a la ignorancia, prejuicio y dificultades para manejar artículos escritos en un inglés imperfecto (Gibbs, 1995). ''Aunque los países en vías de desarrollo comprenden el 24.1 por ciento de los científicos del mundo y el 5.3 por ciento de sus gastos en investigación, la mayoría de las revistas principales publican porcentajes mucho más pequeños de artículos escritos por autores de esas regiones'' (Gibbs, 1995). Algunas sociedades profesionales ya han tomado medidas para tratar este problema. Por ejemplo, la AGU ha recopilado una lista de científicos de lengua inglesa quienes han aceptado ayudar a través de la edición de los manuscritos de sus colegas cuya lengua materna no es el inglés. Asimismo, la ASLO está buscando voluntarios entre sus miembros para que revisen artículos escritos por científicos que no son de habla inglesa y brinden asesoría editorial antes de remitir el artículo para su publicación. Aparte de los enfoques organizacionales, existe la necesidad de que los árbitros y editores personalmente apliquen medidas apropiadas para ayudar a los autores cuyo idioma materno no es el inglés, teniendo cuidado de distinguir entre un pobre nivel científico, lo cual no se debería publicar en cualquier idioma, y un buen nivel de ciencia obstaculizado por una deficiente redacción gramatical en inglés, que merece algún tipo de asistencia colegial y crítica constructiva por parte de los colegas anglosajones asociados con la revisión de artículos sometidos a publicación en una revista en el idioma inglés.

Aunque la mayor parte de los escritos científicos están redactados en inglés, todos los científicos deberían tener la libertad de escoger el idioma en que deseen difundir sus aportaciones científicas. Los científicos que tienen dificultad al escribir en inglés, pero que quieran publicar sus artículos en revistas de habla inglesa, deberían buscar ayuda editorial profesional para garantizar que sus contribuciones científicas estén bien escritas antes de someterlas al comité editorial de una revista científica en el idioma inglés. Todos los científicos deberían tener la

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libertad de escoger el idioma y la revista a la que quieran someter sus artículos (dentro de los requisitos idiomáticos de la revista seleccionada). Esta libertad no constituye un pretexto para que científicos que dominan solamente el inglés minimicen o ignoren las contribuciones científicas publicadas en otros idiomas.

Ha habido un esfuerzo dentro de la comunidad científica mexicana por revisar la calidad de revistas asociadas con instituciones mexicanas para que se puedan eliminar o reestructurar las revistas de pobre calidad. Las estrategias para resolver el problema de publicaciones en México deberían ser diseñadas con el fin de proporcionar mayores incentivos y oportunidades de publicar a los científicos marinos mexicanos en español y diseminar la investigación realizada en México mediante la traducción de sus revistas en idiomas como el inglés, el francés, y el japonés, y distribuirlas mundialmente. Muchos enfoques son posibles. Por ejemplo, las Naciones Unidas han patrocinado índices comerciales de revistas de los países en vías de desarrollo (Gibbs, 1995). Los patrocinadores de actividades relacionadas con las ciencias oceánicas podrían pagar por números especiales de las revistas principales internacionales sobre las ciencias oceánicas que se enfocan a resultados de las investigaciones. Las nuevas revistas electrónicas (Boyce y Dalterio, 1996) podrían ser el punto de reunión para publicaciones conjuntas, aunque no necesariamente más baratas. Algunas revistas mexicanas son publicadas en inglés y español y tienen consejos editoriales binacionales (por ejemplo, Ciencias Marinas, CICIMAR, y Geofísica Internacional). Tales revistas son un medio idóneo para la publicación de los resultados de investigaciones binacionales. Puesto que los presupuestos de las bibliotecas son limitados con respecto a la compra de nuevas revistas, la expansión, fusión, o reestructuración de revistas existentes podría ser más factible económicamente que la creación de nuevas revistas bilingües y binacionales. Sin embargo, se debería estudiar y analizar cuidadosamente este asunto. Finalmente, las colaboraciones binacionales de investigación del tipo recomendado en el capítulo 2 llevarán naturalmente a nuevas oportunidades y opciones para que los colaboradores publiquen en inglés, español o ambos idiomas según sus propósitos. Todos los científicos marinos necesitan y merecen oportunidades para publicar los hallazgos de sus investigaciones en revistas internacionalmente reconocidas con arbitraje que estén disponibles a otros científicos tanto de su propio país como del extranjero.

FUENTES POTENCIALES DE FINANCIAMIENTO PARA ACTIVIDADES BINACIONALES

El financiamiento de las actividades de las ciencias oceánicas en los Estados Unidos y México es insuficiente para apoyar las actividades de científicos que trabajan ya en el campo, y es inadecuado para brindar una respuesta binacional a importantes problemas científicos y ambientales relacionados con los océanos. La falta de financiamiento constituye un obstáculo importante para el progreso sostenido de las ciencias oceánicas en ambos países y la promoción de intera

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cciones. Los científicos de ambas naciones deben de realizar esfuerzos conjuntos para eliminar este obstáculo y trabajar de forma más eficiente bajo estas circunstancias. Para aprovechar las oportunidades y mejorar las relaciones entre científicos estadounidenses y mexicanos será necesario el apoyo financiero continuo para las actividades binacionales identificadas en este informe.

Las ciencias oceánicas son inherentemente multidisciplinarias y por lo tanto proporcionan la base para tratar muchos problemas científicos y sociales relacionados con los complejos ambientes oceánicos. Se debería enfatizar esta fortaleza de las ciencias oceánicas al entablar pláticas con agencias federales, industriales y privadas de investigación y con el público, con el fin de motivar mayor apoyo a estas disciplinas. Los científicos marinos tradicionalmente han justificado el financiamiento gubernamental basado en las necesidades de la pesca y de la defensa nacional. Los científicos en ambos países deben comunicar una visión amplia de los beneficios que surgen de la investigación oceanográfica, más allá de estos dos tópicos, para abarcar cuestiones tales como la calidad ambiental, la salud pública, la biodiversidad, el cambio climático, y otras preocupaciones importantes. Puesto que muchos tipos de descubrimientos de las ciencias marinas tienen aplicaciones comerciales, se debería estimular a la industria para que contribuya con apoyos para ciertos tipos de investigaciones.

En los Estados Unidos, la NSF y la Oficina de Investigación Naval han sido los principales organismos responsables de financiar las actividades básicas de las ciencias oceánicas, mientras que en México, el CONACyT ha desempeñado este papel. Con unas cuantas notables excepciones, los organismos especializados en ambos países no han logrado proporcionar mucho financiamiento para las ciencias marinas básicas y se han concentrado principalmente en patrocinar la investigación aplicada a corto plazo dentro de sus competencias, intereses y misiones. Esta es una situación seria porque la salud de la investigación aplicada y las políticas de los organismos especializados dependen del avance en los conocimientos fundamentales. El NRC hizo una recomendación en el sentido de que "... los organismos federales con misiones relacionadas con el mar (deberían) encontrar mecanismos para garantizar la vitalidad continua de la ciencia básica subyacente, sobre la cual dependen" (NRC, 1992). El JWG reitera esta recomendación tal y como se aplica a los organismos estaunidenses y mexicanos.

En México, no existe ningún organismo análogo a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos (NOAA), cuya responsabilidad principal es proporcionar servicios relacionados a las ciencias oceánicas y atmosféricas orientadas hacia misiones. El INP es la única institución mexicana que actualmente realiza investigaciones oceánicas orientadas hacia misiones pesqueras, y debería continuar con este trabajo, pero sus esfuerzos son a una escala relativamente pequeña e insuficientes para satisfacer las necesidades de información.

Existe algún financiamiento internacional para investigaciones disponible del Fondo para el Ambiente Global (un fondo de $2 mil millones de dólares adminis

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Building Ocean Science Partnerships describes a set of potential ocean science projects for cooperative research between scientists from the United States and Mexico, particularly focused on the Pacific Coast of California and Baja California, the Gulf of California, and the Gulf of Mexico. Barriers to cooperation between scientists of the two nations are identified, and methods to overcome such barriers are recommended.

The book describes how interactions can be promoted by enhancing opportunities for education and training, building and sharing scientific infrastructure, participating together in large-scale marine research programs and regional ocean observing systems, planning joint science events and publications, and developing sources of binational funding. Building Ocean Science Partnerships will be published in English and Spanish to make its contents widely accessible in the United States and Mexico.

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